(Fuente imagen: http://ibytes.es/blog_animales_con_discapacidades.html)

Hoy toca ponernos un poco más serios de lo habitual, vamos a abordar una enfermedad grave, la displasia de cadera.

Esta es una enfermedad especialmente temida entre la comunidad canina, desde los propietarios a los propios veterinarios, debido a las consecuencias tan devastadoras que produce en el animal.

La displasia de cadera es una enfermedad hereditaria y se puede manifestar en los primeros meses de vida de los cachorros.

Básicamente se debe a un crecimiento dispar entre la cadera y las extremidades traseras, con lo que a medida que se da el crecimiento de nuestro can las molestias y problemas se agravan. Al tener «holgura» la cabeza del fémur con la cadera, producirá rozamientos en estas articulaciones con su posterior inflamación, lo que puede conllevar dolores severos.

displasia cadera perros

Esta enfermedad es más frecuente en determinadas razas grandes y medianas. Las razas más propensas serían estas:

  • Terranova.
  • San Bernardo.
  • Rottweiler.
  • Golden Retriever.
  • Alaska Malamute.
  • Labrador Retriever.
  • Samoyedo.
  • Dogo Argentino.
  • Perros rottweiler.
  • Pastor Inglés.
  • Dogo de Burdeos.
  • Mastín Napolitano.
  • Basset Hound.
  • Pastor Alemán.
  • Presa Canario.

¿Cómo podemos identificar los síntomas de la displasia de cadera?

  • Tu perro huye de hacer ejercicio.
  • No quiere subir escaleras.
  • Al andar lleva un paso anormal con balanceo de lado a lado.
  • Anda muy despacio.
  • Brinca cuando corre.
  • Se pueden escuchar chasquidos en sus extremidades al andar.
  • Al pararse junta demasiado sus extremidades traseras.
  • O carga el peso mal en sus patas traseras, sacando una pata de su espacio.
  • También puede implicar cambios de carácter.

¿Qué puedo hacer si observo un comportamiento anómalo?

Lo primero que debes hacer es acudir a tu veterinario de confianza, al ser una enfermedad hereditaria se hace muy difícil su prevención, pues la displasia ya va impresa en sus genes.

Pero siempre se puede hacer algo que ayude. Por ejemplo, ha sido ya demostrado por la comunidad veterinaria que el exceso de peso y una alimentación deficiente agudizan las posibilidades de sufrir esta enfermedad. Puede ayudar a la alimentación aplicarle suplementos alimenticios que refuercen articulaciones y cartílagos.

El hecho es que si conseguimos mantener la dieta de nuestro perro compensándola con un ejercicio equilibrado, no nos garantiza la aparición de la enfermedad, pero sí que podríamos reducir su impacto, si esta se presenta.

En caso que ya se haya manifestado la enfermedad, vigilar el peso se hace muy importante para no cargar más la zona afectada y en casos graves puede ser necesario el uso de sillitas ortopédicas. También cuidar las posturas en el descanso para nuestra mascota puede aliviar estos problemas, así que una cama viscolástica puede venir muy bien en estos casos.

Tratamientos fisioterapéuticos basados en masajes puede ser otra medida que podemos adoptar como hábito saludable para aumentar la calidad de vida de nuestro animal afectado por esta enfermedad.

Por desgracia, esta es una enfermedad para la que no existe un tratamiento curativo, sino más bien para aliviar sus efectos como el dolor o la inflamación con analgésicos y antiinflamatorios.

Ya en casos muy severos requerirá de la intervención quirúrgica o elementos correctores ortopédicos, en ambos casos sus efectos no serán curativos sino paliativos.

Esta es una enfermedad terrible porque conlleva un deterioro evidente en la movilidad de nuestro animal con un tratamiento nulo para su curación, pero contra la que se puede hacer frente.

¿Has sufrido en tu animal esta enfermedad? si te ha resultado útil comparte este artículo en tus redes sociales y no olvides de dejar tus dudas más abajo en la sección comentarios! 🙂